domingo, 5 de enero de 2020

Madres de leche y miel, de sangre y sudor.


Un libro en prosa que es poesía pura. Un relato delicioso y doloroso el de esta madre de leche y miel cocinada con el sudor y las lágrimas vertidas en la construcción de una vida propia, muy a pesar de su destino y de su propio deseo, este último domesticado desde el minuto uno de su llegada al mundo. Como lo fue el de todas las mujeres de su familia y de su entorno, entendido no sólo como un lugar físico sino como un espacio cultural y de tradición. Mujeres que no son dueñas de nada, mucho menos de su propio cuerpo, preservado para una función que ni siquiera se les da a conocer, todo es misterio, tabú, secreto…
 “Una mujer podía tener todas las cualidades del mundo, pero si estaba estropeada para nada (…) Habría querido que alguien le explicara exactamente cómo se hacía eso de estropear a una mujer, pero no, todavía tendría que vivir muchos años con aquella desazón, un miedo que no podía compartir con nadie y que se iría haciendo cada vez más profundo” Y más adelante…“Para Fatima aquella sangre era la prueba inequívoca de que sí, de que la habían estropeado y que como mujer ya no servía absolutamente para nada”

Mujeres nacidas para ser extranjeras. Primero, en la casa del padre, de la que saben que nunca será la suya a pesar de que trabajen como verdaderas bestias en ella desde que tienen suficiente fuerza para amasar el pan, acarrear la leña, cavar el huerto…  y a quienes se prepara desde la propia infancia  para “darlas”; después, en la casa del marido, sujetas a las normas y prejuicios de su “nueva familia”; que la tendrá en consideración, tanto en cuanto trabaje y engendre hijos para que se cumpla lo que ya “está escrito”, sin poder participar ni decidir al respecto de su formación, sin acabar de formar parte de su segunda familia.

“En cada visita, Fatima se preguntaba si nunca más podría peinar a su prima, y no tardó mucho en darse cuenta de que, a pesar de venir de vez en cuando, a pesar de que la nueva familia de ella era bastante generosa como para dejarle visitar la casa de su padre, el día a día compartido ya no lo vivirían nunca más como antes. Y entonces se dedicaba a observar el suyo, su día a día, y a pensar en todas las cosas que ahora hacía y ya no podría hacer más después de la boda. (…) Toda aquella añoranza anticipada, el proceso de irse desprendiendo de todo lo que le era propio, de desarraigarse lentamente, duró los dos años previos a la consumación del matrimonio, desde que Fatima fue entregada hasta que se produjo su expulsión definitiva de la casa de su padre. Es lo que habían pactado las dos familias, reservar a la chica con la ceremonia de compromiso, pero esperar un par de años a que madurase algo más (tenía catorce años lunares)” 

En el caso de Fatima, su condición de extranjería se agranda de manera inimaginable con la emigración, en circunstancias de completo desamparo y abandono del marido que hace dejación total de sus obligaciones …

“Ay, hermanas mías, no queráis nunca la suerte de los emigrantes; por muchos milagros y maravillas que os cuenten, yo os lo digo de primera mano, no es ni por asomo una vida para envidiar”.

Y en ese ambiente totalmente extraño y hostil, una mujer criada para la sumisión y la dependencia total, decide hacerse fuerte de la única manera que ella entiende, renegando de lo que le han enseñado que es su condición femenina para “hacerse un hombre”.

“Quién sabe de dónde nos viene a las mujeres esta fuerza que se manifiesta de repente, esta capacidad que tenemos de sobreponernos a las dificultades (…) Pero aquella tarde, apoyada en aquel trozo de pared abombada junto a la estufa fría, hermanas, creedme, allí, con las manos puestas sobre el vientre, cogida al cinturón de cuerda, allí mismo dejé de ser mujer. Me hice hombre de repente (…) Me vinieron las palabras que repetía tan a menudo nuestra madre: ponte derecha, sobre tus pies. Camina sobre tus pies que por algo tienes un buen par”. 

Pero por mucho que lo intente, por mucha fuerza que desarrolle, se dará de bruces una y otra vez con la realidad, no es un hombre y, a pesar de sus esfuerzos, sigue siendo vulnerable y sintiendo en sus carnes la desigualdad y la injusticia…

“Además, ya os lo he dicho, en aquellos tiempos me convertí en hombre, me olvidé completamente de las precauciones porque los hombres no han de protegerse de nada. Somos nosotras las que hemos de esforzarnos para no provocar sus instintos. Tan tonta fui que pensé de verdad que era uno de ellos, pero ni ganando un sueldo os tratarán como a iguales, hermanas, eso no pasará nunca” 
Tendrán que pasar muchos años y tendrá todavía que vivir su experiencia más traumática para llegar a una conclusión determinante: es la educación el instrumento necesario para que la mujer pueda ser dueña de su destino y vivir en libertad…

“Ya empezaba a pensar, hermanas, que nuestra desdicha de mujeres tenía mucho que ver con nuestra falta de educación, que si yo hubiera sabido leer mis circunstancias quizá habrían sido muy diferentes”  “Hermanas, las mujeres como nosotras, sin conocimiento de letras, sin saber el idioma de quienes nos gobiernan, vamos por el mundo como si no diera el sol, a oscuras, inseguras, dando pasos vacilantes.” 

Maternidad, sororidad, educación, analfabetismo, arraigo, desarraigo, traición, fidelidad, libertad, sumisión, igualdad, injusticia, abuso, machismo, emigración… todos estos aspectos juntos en un relato de amor, superación y revelación, envuelto en palabras bellas y dulces como la miel acompañadas por los ecos de una lengua antigua y musical, la misma con que las madres de un rincón del norte de Africa han transmitido de forma oral el amor y la tradición ancestral a todas las generaciones. 





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Mujeres que cuentan porque antes otras les contaron. Así nos lo explicó ayer en el #Caixaforum en un encuentro de vida y palabras la escritora @najat_el_hachmi. La dedicatoria de su último #libro lo dice todo: "A mi madre que, sin saber leer, me enseñó a escribir"; los relatos orales en lengua #amazigh de las #mujeres analfabetas de su familia rifeña, amalgamados con las lecturas en la biblioteca pública de #Vic, destino migratorio de la familia, conformaron una nueva "contadora" a caballo entre culturas y con una capacidad de análisis y crítica privilegiada. Estoy ya leyendo con avidez esta "Madre de leche y miel" que seguro me ayudará a comprender mejor a mis amigas #musulmanas a la vez que seguir la estela de la autora en la puesta en cuestión de los patrones machistas de su entorno (y del mío). Y un sentimiento de gran emoción cuando Najat relata cómo la escuela pública y las #maestras que la acogieron, le abrieron la puerta a la libertad y al reconocimiento de sus derechos. #libros #feminismo #igualdad #Islam #patriarcado #marruecos_amazigh #machismo #mujereslibres #literatura @editorialdestino
Una publicación compartida de Pilar Ciutad Lacambra (@pilarciutad) el