jueves, 17 de febrero de 2011

Indignez vous!



El actual fenómeno literario en Francia se llama Stéphane Hessel y es un hombre delgado, con el pelo rapado, simpático, atento y lúcido. Tiene 93 años, se dirige a su mujer, de parecida edad, llamándola "amor mío", ha vivido una vida de aventuras, coraje y determinación que no cabría en varias películas y reside en un piso discreto y acogedor en un barrio del sur de París.

Su librito, un panfleto político de 32 páginas titulado Indignez vous! (¡Indignaos!) ya ha sido comprado por 850.000 franceses, va a sobrepasar el millón, se encuentra en las listas de los libros más buscados en Francia y se va a traducir a una veintena de lenguas.

Recomiendo la lectura completa del artículo para descubrir que la juventud no está en la edad, se lleva en el corazón.

sábado, 5 de febrero de 2011

Desnudez

Tras concluir la lectura del último libro de Elvira Lindo, Lo que me queda por vivir, intrigada por la parte autobiográfica del relato, rebusqué información en Internet y encontré una entrevista muy interesante en la que reflexiona sobre cómo en la literatura anglosajona es mucho más habitual que en la nuestra la introspección en la propia intimidad e historia personal de quien escribe un relato. Evidentemente hay que ser muy valiente o vivir en sociedades muy respetuosas con las vidas ajenas para desnudar, en mayor o menor grado, sentimientos y vivencias ante los demás. máxime cuando se trata de alguien muy respetado en su campo profesional, a quien muchos de nosotros tenemos en un pedestal de superioridad.

Sigo pensando lo mismo, corregido y aumentado, después de ver el magnífico documental de Gaizka Urresti, Un dios que ya no ampara, creado a partir de los relatos basados en la propia experiencia vital de Miguel Mena que es el protagonista principal de la película. Hay que ser muy valiente y muy noble para hablar con tanta franqueza a la cámara. La película es impecable en todos los sentidos, así que espero que reciba el Goya al que está nominada y todos los reconocimientos que se merece. Por los cineastas, por Miguel, por todos los padres y madres que le acompañan y, sobre todo, para que todo el mundo sienta la presencia de esos maravillosos niños.




martes, 1 de febrero de 2011

Poema para mi madre










Hay una determinada edad en la que empiezas a fijarte en las esquelas de los periódicos. De vez en cuando encuentras un apellido familiar, una persona mayor amiga o conocida, el padre de un compañero de trabajo, ... Unos años más tarde te tropiezas con los nombres de padres y madres de tus propios amigos. No pasarán muchos años sin que, desgraciadamente, las esquelas se refieran a personas de tu propia generación que se van yendo demasiado pronto. Incluso llega el momento en el que te toca el doloroso trámite de redactar alguna de un ser muy querido. Lo cierto es que ya no sabes desde cuándo pero todos los días te encuentras a ti misma revisando las necrológicas. Y es un ejercicio interesante porque, aunque la mayoría responden a una misma fórmula, más a menudo de lo que pueda parecer, las manifestaciones de duelo se saltan los convencionalismos en un desesperado y precipitado intento de traducir en palabras las emociones que afloran ante la pérdida. Y a veces el resultado consigue conmoverte. Hace un tiempo encontré un hermoso poema que unos padres dedicaban al hijo desaparecido, pero cuando lo leí pensé que bien podía haber estado dedicado a mi propia madre. Ahora, cuando se cumplen nueve años de su fallecimiento, quiero traerlo aquí en su memoria:




El mar no nos alcanza
con sus besos salobres.
Aquí sobre la encina
quiero tallar tu nombre.
Para sus letras duras
no encuentro mejor molde.

Que el viento te dé fuerza
y la mañana canciones,
y que tu acento encuentre
su anchura en este monte.
El pulso no me tiemble
ni mi acero se doble.

Después que aquí te deje
y en el tronco te ahonde
te llevaré conmigo
en mi sangre más noble
y escucharé tu grito
otra vez entre voces.

Que la paz de esta encina
tu memoria sazone.