"Mi madre era para mí un olor. Era un calor, una pierna a la que me aferraba ..." Un libro que empieza así ya me ha ganado en esa primera línea. Si además entrelaza una trágica historia familiar con las dos grandes guerras sufridas en Europa en el s. XX, con el dolor y la destrucción generado entre personas, familias y todo ser vivo que se cruzara en el camino de las máquinas de la muerte ... lo único que falta para que la narración atrape sin descanso son los bellos y fríos paisajes nórdicos en los que se desarrolla la trama, intercalados con otros paisajes distantes en el espacio y en el tiempo en los que el corazón de la guerra sigue latiendo después de más de cien años, las del Departamento francés del Somme. Una muy buena novela que consigue aproximarnos aunque sea mínimamente a la inmensa capacidad de barbarie del ser humano:
"La batalla del Somme había empezado el 1 de julio. Sólo el primer día cayeron cincuenta y siete mil británicos..."; La mano de obra y los conocimientos empleados en aquella batalla habrían bastado para construir una pirámide al día"; "... terminó en noviembre de 1916. Las pérdidas en ambos bandos ascendieron a un millón doscientos mil muertos y heridos" ; "... ocho mil cadáveres quedaron abandonados en el pequeño bosque" pp. 275 y 276; "En Francia hay más de 900 hectáreas de cementerios militares de la guerra..." p.383
Una historia que transpira un reverencial respeto a los árboles, a la madera, a los ciclos de la naturaleza, al campesino que ensucia sus uñas con la tierra ...
"Cuando llevaron el tronco a una serrería, descubrieron que la madera tenía una veta excepcionalmente marcada y de un color dorado rojizo. El maderero lo achacaba a una reacción con el gas venenoso desconocido" p. 280
"... la veta me devolvía todo lo que aquella madera había visto en sus cuatro siglos de vida. Y, al mismo tiempo me abría las vistas hacia algo que quedaba infinitamente más adentro, por medio de nos cambios de color tan marcados que parecían de otro mundo" p.461
Unos árboles que han sido víctimas de las mismas guerras que los soldados que abonan sus raíces a la vez que testigos presentes y mudos que siguen hablando en silencio:
"Aquellos antiquísimos árboles habían visto revoluciones y guerras napoleónicas antes de que los destruyeran los bombardeos con gases venenosos" p. 372
De todas las críticas sobre la novela que he visto, destacaría la de Christian House, (The Guardian), la considero perfecta para esta hermosa y delicada historia: "Una novela de misterio donde todo encaja como en una pieza de marquetería fina"
Si necesitas más información para introducirte en esta muy recomendable lectura, pueden encontrar alguna otra interesante reseña que completa la mía.
"Según los británicos, un soldado es propietario de la tierra en la que cae" p.420
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