Si existe alguien que se haya asomado alguna vez por esta ventana, conocerá mi admiración y pasión por la música y la persona de Jorge Drexler; así que poco más puedo añadir a lo que ya he dicho en otras ocasiones sobre la profundidad lírica de sus canciones, la delicadeza de su voz y la capacidad de innovación y de integración de sonidos y tecnologías en la composición. Pero cada uno de sus conciertos es único y diferente precisamente por la cercanía y la autenticidad que desprende el artista.
Hace unas pocas horas, Jorge ha actuado en el Monasterio de Veruela, com una iglesia a rebosar de público de todas las edades. Un concierto que tenía la particularidad del entorno, un marco en el que, tal como el cantante ha hecho notar, además de sus canciones, reverberaban los ecos de sermones y predicamentos de otros tiempos junto con los de los versos de Bécquer. Además las excepcionales condiciones acústicas del lugar precisamente han permitido que su voz se luciera más en los momentos en los que se ha apartado de micrófonos y elementos eelctrónicos, aflorando con pureza su timbre y el de su guitarra (que sonaba a la perfección a pesar del problema en el hombro que nos ha confesado que acababan de tratarle en Tarazona). Personalmente he echado en falta algunas canciones entre mis preferidas pero comprendo que tiene un repertorio tan amplio que siempre acaba ocurriéndome lo mismo. Especialmente emocionante y simbólico ha sido oirle entonar en este lugar La milonga del moro judío que nunca me cansaría de escuchar y que, entre otros versos, incluye los que dicen:
A nadie le di permiso
para matar en mi nombre,
un hombre no es más que un hombre
y si hay Dios así lo quiso.
...
Perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste
...
Perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste
¿Habrán servido de conjuro para neutralizar los mensajes de intransigencia y dogmatismo que sin duda alguna otrora albergaron esos gruesos muros? ¿Podrá dicho conjuro traspasarlos en espacio y tiempo para llegar a otros lares de hoy en día? Como estamos en territorio de brujas, confío en la alta probabilidad de que así sea.
¡Bravo, Jorge!