lunes, 15 de mayo de 2023

Nosotros, un folletín pretencioso

 


Me resulta difícil escribir sobre un libro que no me ha gustado o, mejor dicho, que me ha decepcionado tremendamente. Entre otras cosas, porque lo habitual es que, en ese caso, lo abandone. Además después de lo conectada que me sentí con Ordesa y las expectativas que me había creado con lo que había leído sobre un argumento con el que pensaba que me iba a identificar más todavía que con el citado, amén del premio Nadal que lo avalaba, la sensación es lamentable.

 ¿Por qué he llegado hasta el final? Porque creía que esta sucesión de páginas sazonadas de la absurda frivolidad, el comportamiento errático y egoísta así como de superioridad de la protagonista tenían que desembocar en alguna explicación creíble o quizás anhelaba una tragedia, un acto justiciero… A mí, por supuesto, no se me ocurría cómo podría llegarse a un final que resolviera de alguna manera todo lo anterior pero confiaba en la maestría del autor. Reconozco que en medio de toda esta banalidad se desgranan algunas reflexiones* que me han ayudado a continuar pasando páginas y que rescato de la quema. También, por qué no decirlo, el morbo de la promiscuidad sexual del relato incita a continuar. Pero si la confianza en que el final de la historia me daría las claves para entender el por qué de la buena prensa del libro, la decepción ha sido mayor. Solo se me ocurre compararla con el final de Los Serrano. Así de patético. 

    Como remate del despropósito, al autor y a quien corresponda, se les cuela un error de bulto que resulta incomprensible en una edición "de calidad".  Je te veux NO es te veo. Sinceramente, un folletín pretencioso.


lunes, 23 de enero de 2023

Todo va a mejorar, ¿o no?

Después de leer el último libro de Almundea, admiro doblemente su capacidad de analizar la historia, la reciente y la que aún no merece ese nombre por estar escribiéndose en presente, incluso en las condiciones de una salud precaria que, por desgracia, nos ha privado para siempre de su lucidez y entusiasmo. Y me quedo con sensación semejante a la que me provocó El cuento de la criada. Ambas obran presentan demasiadas coincidencias con realidades próximas y lejanas como para calificarlas de distópicas. No voy a entrar en el libro de Atwood, es una evidencia que podemos constatar cada día al consultar las noticias del mundo (incluidas las de aquí, por supuesto). Intentaré enumerar muchas de las concomitancias con la actualidad que nos toca vivir aquí y ahora y que Almudena describe y explica con claridad meridiana: crisis pandémicas que encienden luces en mentes ansiosas de poder y control, gobiernos títeres de grupos empresariales, partidos políticos ultranacionalistas dispuestos a disolver la UE desde dentro, control absoluto sobre las comunicaciones (todas), confinamiento (cuando no eliminación) de los díscolos, partidos políticos creados por grupos empresariales, degradación programada de las instituciones públicas, nación gestionada como empresa, programas políticos reducidos a slóganes simplistas: Todo va a mejorar, La seguridad que salva, Libertad ilimitada para elegir… ¿Quién puede decir que todo esto no está ya instalado, en mayor o menor grado, en nuestra sociedad?


Con todo, y esa es otra de las constantes de la obra de Almudena, nos deja un resquicio para la esperanza, a través de la presencia de la otra parte de los protagonistas, los buenos, un puñado de hombres y mujeres honrados y valientes que no se resignan, que se echan al monte (qué bonita metáfora para hilar con toda su obra anterior) y que, contra todas las adversidades, resisten y son capaces de hacer frente y hacer tambalear un sistema que se consideraba omnipotente. Un final optimista, pero poco, sobre todo si tenemos en cuenta aquello de que la historia se repite y consideramos la del siglo XX en este país y, más si hemos conocido los resquicios que tan magistralmente nos relató en sus inconclusos Episodios de una Guerra Interminable. Los que crecimos bajo los ecos del franquismo y la transición, nunca agradeceremos suficientemente a Almudena Grandes, que nos revelara de forma rigurosa y amena, aquella parte de nuestra historia que las autoridades se empeñaron en ocultarnos