Después de leer el último libro de Almundea, admiro
doblemente su capacidad de analizar la historia, la reciente y la que
aún no merece ese nombre por estar escribiéndose en presente,
incluso en las condiciones de una salud precaria que, por desgracia,
nos ha privado para siempre de su lucidez y entusiasmo. Y me quedo
con sensación semejante a la que me provocó El cuento de la criada.
Ambas obran presentan demasiadas coincidencias con realidades
próximas y lejanas como para calificarlas de distópicas. No voy a
entrar en el libro de Atwood, es una evidencia que podemos constatar
cada día al consultar las noticias del mundo (incluidas las de aquí,
por supuesto). Intentaré enumerar muchas de las concomitancias
con la actualidad que nos toca vivir aquí y ahora y que Almudena
describe y explica con claridad meridiana: crisis pandémicas que
encienden luces en mentes ansiosas de poder y control, gobiernos
títeres de grupos empresariales, partidos políticos
ultranacionalistas dispuestos a disolver la UE desde dentro, control
absoluto sobre las comunicaciones (todas), confinamiento (cuando no
eliminación) de los díscolos, partidos políticos creados por
grupos empresariales, degradación programada de las instituciones
públicas, nación gestionada como empresa, programas políticos
reducidos a slóganes simplistas: Todo va a mejorar, La
seguridad que salva, Libertad ilimitada para elegir… ¿Quién
puede decir que todo esto no está ya instalado, en mayor o menor
grado, en nuestra sociedad?
Con
todo, y esa es otra de las constantes de la obra de Almudena, nos
deja un resquicio para la esperanza, a través de la presencia de la
otra parte de los protagonistas, los buenos,
un puñado de hombres y mujeres honrados y valientes que no se
resignan, que se echan al
monte (qué bonita metáfora para hilar con toda su obra anterior)
y que, contra todas las adversidades, resisten y son capaces de hacer
frente y hacer
tambalear un sistema que se
consideraba omnipotente. Un final optimista, pero poco, sobre todo si
tenemos en cuenta aquello de que la historia se repite y consideramos
la del siglo XX en este país y, más si hemos conocido los
resquicios que tan magistralmente nos relató en sus inconclusos
Episodios de una Guerra Interminable. Los que crecimos bajo los ecos
del franquismo y la transición, nunca agradeceremos suficientemente
a Almudena Grandes, que nos revelara de forma rigurosa y
amena, aquella parte de nuestra historia que las autoridades se
empeñaron en ocultarnos.
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