Termino la lectura de esta
apasionante novela en el décimo día del mes de abril de 2020 d.C. Vivimos en la 27º
jornada de confinamiento en tierras de Hispania a causa de la pandemia del covid19.
Mientras iba avanzando por sus páginas, he tenido que asegurarme de que la
primera edición data de noviembre de 2018, porque pareciera que muchos de sus
párrafos hubieran sido escritos durante estos últimos días. Y más
concretamente, muchas de las afirmaciones que se ponen en boca de uno de los científicos
de la época, Galeno, el padre de todos los sanitarios que están partiéndose el
brazo en estos mismos momentos para contener la pandemia:
Galeno de Pérgamo, 129 d.C- 201/216? d. C |
“Los avances en la ciencia
médica nunca se valoran hasta que los poderosos los necesitan”. p.331
Galeno (…) “Luego, cuando el poderoso cae preso de una infección, busca en
los médicos una solución: consulta entonces a los mismos sabios a los que
durante años les puso todo tipo de impedimentos para investigar, para aprender,
para avanzar. Solo entonces los poderosos entienden, pero siempre llegan tarde.
Tarde para ellos, tarde para todos”. p.400
Pero el carácter profético
también aparece en la otra voz narradora de la historia:
“Juliano, pese a todo su
dinero, solo resistió como augusto de Roma poco más de dos meses. Dirigir un
imperio se manifestaba como algo más complejo que acumular una fortuna: ser el
gobernante más poderoso era algo que iba más allá de ser el hombre más rico.
Por otro lado, el mundo estaba cambiando velozmente y muy pocos intuían hacia
qué dirección se encaminaba todo” p. 329 Donde pone Juliano, póngase Trump,
Bolsonaro, Johnson… y cambiéseme Roma por sus respectivos territorios y sirve
para hoy mismo.
Otros párrafos que aciertan con
la misma clarividencia:
“¿Cuándo llegará el día en el
que senadores y gobernadores pensarán más en el buen gobierno del Imperio que
en sí mismos, en sus pequeñas estrategias, en sus rencillas y envidias en esa
maldita lucha por el poder que a todos debilitaba, rodeados como estaban de
problemas dentro y fuera de los límites del Imperio? -Cuando cambie la
naturaleza humana, amigo mío. Si es que cambia alguna vez. Si no, te garantizo
que en dos mil años, todo seguirá igual”. p.296 Desde luego, en este país,
un territorio que se situaba dentro de los límites de ese Imperio, a falta de
poco más de cien años para que se cumpla el plazo, evidenciamos cada día que la
naturaleza humana no ha cambiado en absoluto. Menos, la de los senadores y gobernadores
de hoy mismo.
“Opelio ya había oído en más
de una ocasión el rumor de que el tráfico ilegal de esclavos lo dirigía desde
la lejana Roma el mismísimo senador Didio Juliano, pero no había pruebas ni, a
lo que se veía, interés en terminar con aquel negocio. Por un lado, había
escasez de esclavos, por otro, los gobernadores de frontera estaban en otras
cosas más importantes como, por ejemplo, dilucidar si Pértinax sería un emperador
a quien apoyar o no. Esos pulsos de poder dejaban a aquellos desdichados
colonos sin nadie que se ocupara de sus derechos.” p. 161
Y sobre, la protagonista del
libro, JULIA DOMNA AUGUSTA
Además de todo lo anterior y
mucho más, el libro se ocupa de
recuperar una figura histórica que ha quedado sepultada por el paso de los
siglos, como a tantas otras que compartían con ella género. Y es que el propio
Santiago Posteguillo lo explica en los Apéndices:
“La igualdad de género ha de
construirse en el presente y pnsando mucho en el futuro, aunque la igualdad
también se hace no ya reescribiendo la historia o la historia de la literatura,
pero sí completando la que tenemos elaborada con el añadido de todas aquellas
mujeres importantes que existieron y que tantas veces hemos pasado por alto,
para perjuicio de todos.” p.650
“La historia de Julia Domna es
dramática y poderosa, incluso trágica.
Sorprendentemente, no ha sido contada en novela alguna ni llevada a la
televisión o al cine, y todo esto pese a las escenas de batallas, el salvaje
telón de fondo de los pantanos de Yorkshire y la cordillera del Tauro (Turquía)
y el esplendor del norte de África y Egipto”. Bárbara Levick (biógrafa de
Julia). p.649
“La inacción en política es,
en ocasiones, una falta tan imperdonable que puede equipararse a la del
político que quebranta la ley a sabiendas de lo que está haciendo (…) Nadie
estaba a la altura de la esposa de Septimio Severo a la hora de discernir el
futuro en todo lo referente al control del poder, y no la entendieron. Esto es,
nadie entre los suyos. Juliano que si la habría entendido perfectamente, estaba
en el bando opuesto…” Galeno, p. 129
“Y así, digna y magnífica,
caminó entre todos aquellos hombres que en apenas unas horas estarían
combatiendo por su esposo, por Roma, y por un proyecto que, curiosamente,
ninguno era capaz de comprender por completo. Pero para eso estaba ella…”
p.373
“Muchos la han criticado por
ambiciosa. Es posible que lo fuera…¿no es esa misma ambición la que ha movido a
tantos hombres que tenemos en tan alta estima, como Alejandro, Julio César o
Augusto? Sí, lo acepto. Julia era muy ambiciosa. Como muchos de los que la
rodeaban. Solo había una diferencia sustancial entre ellos y ella. Bueno, dos.
En primer lugar, ella era mujer y ellos hombres. En segundo lugar, ella era más
inteligente.” p. 463
Este último párrafo que en la novela se atribuye igualmente al diario de Galeno, resulta ejemplificador de cómo la sociedad patriarcal ha aplicado desde la Antigüedad distintas tablas de medir para los dos géneros. La ambición, un valor positivo para los hombres, ha sido siempre un plus, un motivo de admiración entre los gobernantes y los ganadores en general. Sin embargo, en las mujeres, una actitud impropia de su naturaleza y motivo de descalificación y desprecio. El mayor de todos, el olvido.
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